Mundos de Cine #01

Invasion of the Bodysnatchers (1956, dir. Don Siegel)
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Martin Miguez

28 enero, 2025

¡Bienvenidxs, amigxs!
Esta es la primera edición del newsletter de Mundos de Cine, un nuevo formato en esta vorágine creativa por innovar todo el tiempo para evitar que la gente se aburra. O algo así.

Mi nombre es Martín Miguez, aunque puede que me conozcas como Panda. Cursé tres años de Comunicación Social hasta que decidí sincerarme conmigo mismo y comencé a estudiar Música en la Facultad. Me cuesta asumirme como músico, me siento más cómodo con el rótulo de artista, aunque suene aún más pretencioso. Por eso jamás lo digo en voz alta.

¿Por qué un newsletter de cine, cuando mi vida está dedicada a la música? Porque soy un apasionado por el cine. Dedico gran parte de mi tiempo libre a mirar la mayor cantidad de películas posibles. Es casi una obsesión.

También soy la voz de Jimmy Club, director de Niños del ’00 y, a partir de ahora, tu guía en este impredecible trayecto.

¿Qué es Mundos de Cine?
Mundos de Cine surgió como un ciclo de cine virtual a mediados de 2021, con el fin de compartir, a través de la virtualidad, algo parecido a la experiencia social de ir al cine. No creo haber inventado ningún formato, pero sí creo que fuimos los primeros en hacerlo, al menos en la ciudad.

La idea no fue únicamente mía: desde un primer momento me acompañaron mi hermano, Andrés Miguez, y dos amigas: Aimará Ferro, en redes sociales, y Lucía Feroglio, en la identidad visual y creativa.

El ciclo se desarrolló de manera regular durante el resto de 2021: una proyección a la semana, todos los miércoles a las 22 hs, a través de Twitch. De esa forma, logró ganarse un considerable puñado de seguidores que decían presente en cada una de las transmisiones.

En 2023 sumamos un talk show con su respectivo panel a la grilla semanal, que se sostuvo al aire durante un cuatrimestre. Luego, el mismo panel comenzó a acompañarme en la conducción de las proyecciones semanales hasta finalizar el año, cuando decidimos darle un parate indefinido al proyecto.

Ese staff (así lo llamábamos internamente, je) lo conformaron Jerónimo Sagarduy, Rosicler González Neuman, Renzo Candia y quien suscribe. Fue una experiencia maravillosa. De lo más parecido a estar en una banda que sentí en la vida. Por fuera de Jimmy Club, obvio.

Cuando la mesa directiva de Niños del ’00, comunidad de la que este newsletter forma parte, decidió expandir sus horizontes, propuse incorporar a MDC a la estructura general de la productora. La idea de llevar el ciclo a la presencialidad siempre estuvo en mi cabeza, y me parecía una gran oportunidad para hacerlo. Pero primero necesitábamos una sede. Por eso decidimos que el ciclo volvería en forma de newsletter durante los meses restantes del año, bajo la premisa de llevarlo a la pantalla grande en 2025.

Ya estuvimos trabajando bastante en eso, igual. Estamos en condiciones de afirmar que el nuevo ciclo de Mundos de Cine es una realidad y se realizará un jueves al mes en Distrito Siete a partir de marzo. Y que incluirá, además, shows en vivo. Pero no quiero adelantar demasiado.

Este formato intermedio, sin embargo, no es de carácter transitorio. Una vez comenzado el ciclo presencial, el newsletter seguirá llegando a tu casilla de correo electrónico todos los meses. Me interesa profundizar el vínculo que puede surgir entre nosotros a través de estas recomendaciones mensuales.

Ah, una cosa más.
Este formato debería estar en circulación desde octubre, pero está llegando por primera vez a finales de enero. Les pido disculpas por la demora; la realización de la tercera edición de nuestro festival me dejó exhausto. Necesitaba tomarme unos meses para descansar.

Aun así, entiendo que estoy en deuda con ustedes. Es por eso que, a modo de compensación, esta reseña llegará a su casilla de correo de manera quincenal en tres ocasiones a lo largo del año. Yo les avisaré cuándo.

Ahora sí, sin más preámbulos: a lo que vinimos.

Verano de Ciencia Ficción

Encuentro en el calor agobiante de la humedad litoraleña una sensación de vacío y sinsentido que sumerge mis días en el deseo más profundo de no existir.
El año laboral debería transitarse desde marzo a septiembre: seis meses de vacaciones y seis meses de trabajo pleno, de lunes a lunes. Declarar feriados los días en los que la temperatura supere los treinta grados. En Londres pueden trabajar todo el año porque siempre es invierno, aun en verano. Acá es imposible.

Sin demasiado qué hacer, aproveché estas últimas semanas para adentrarme en el cine de ciencia ficción estadounidense de los años cincuenta; un período y un género que encuentro fascinantes y que, por falta de tiempo, nunca pude investigar a fondo.

Puede que el germen de esta fascinación surgiera cuando vi Ed Wood (1994, dir. Tim Burton), una biopic antes de que las biopics fueran cool, que retrata la vida y obra del director de Plan 9 del Espacio Exterior, considerada por los críticos como la peor película de la historia.
O quizás haya comenzado cuando tenía 19 años y flasheé con Tarantino y los cómics pulp de la primera mitad del siglo pasado, que abordaban historias sensacionalistas sobre invasiones alienígenas, viajes espaciales, posesiones demoníacas, superhéroes adustos y atormentados, crímenes pasionales y máquinas con sentimientos humanos.

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¿Qué es pulp?
Podríamos definir al género por un factor estético, sí, bastante ligado a su bajo (o su falta de) presupuesto. No obstante, sería injusto reducirlo a la mera noción de relatos clase B de terror, misterio y ciencia ficción: Star Wars es pulp. Indiana Jones, también. The Night of the Living Dead (1968, dir. George A. Romero), Blow Out (1981, dir. Brian De Palma), Snowpiercer (2013, dir. Bong Joon-ho) y Atlantis (2001, dir. Gary Trousdale) comparten características esenciales del género.

Creo que el espíritu pulp radica en dos pilares fundamentales: la ficción de explotación y la exacerbación de la decadencia. Historias con un alto grado de violencia o de contenido erótico, de personajes hoscos, marginales y poco carismáticos, que sacan a relucir lo que está roto detrás de una fachada de entereza y rigidez. No es casualidad que algunos ejemplares incluyeran la leyenda comic books the government doesn’t want you to read en su portada.

Sí, es cierto que el eslogan suena algo grandilocuente y amarillista, pero no deja de traslucir una realidad. A mediados del siglo pasado, Estados Unidos se erigía como una superpotencia en pugna con la Unión Soviética por imponer su modelo económico. En ese contexto, entonces, el Estado destinaría una buena parte de su aparato a desarrollar e imponer una narrativa que prevalezca frente al ideal comunista; prohibiendo y censurando cualquier producción cultural que atentara contra los principios, valores y costumbres del sueño americano: el arquetipo de familia clásica, la movilidad social ascendente y América como una gran nación, tierra de oportunidades en la que la realización individual no solo era posible, sino que era casi un hecho.

Es lógico, entonces, que le atribuyamos valor contracultural a relatos híper-sexualizados sobre adulterio, asesinatos viscerales, zombis y vampiros con problemáticas cotidianas; y que, además, podamos entenderlos como fuertes detractores de la propaganda del régimen.

¿Y entonces…?
La identidad pulp está fuertemente ligada al nacimiento y desarrollo del cine de ciencia ficción que, a pesar de sus inicios contraculturales, sembró las semillas para que Spielberg, Lucas y Cameron, entre otros, transformaran al género en un verdadero fenómeno popular, y muchas veces funcional a la narrativa gubernamental. Pero eso es otra historia. Vamos con un ejemplo.

Invasion of the Bodysnatchers (1956, dir. Don Siegel).

Invasion of the Body Snatchers, de Don Siegel, es la primera adaptación cinematográfica de la novela de ciencia ficción The Body Snatchers, de Jack Finney. En ella seguiremos la historia de Miles (Kevin McCarthy), el médico de cabecera de Santa Mira, un pequeño pueblo ficticio ubicado en el corazón de California donde transcurrirá una invasión extraterrestre algo fuera de lo común.

Esta es una invasión silenciosa, que no requiere del empleo de la fuerza o del sometimiento ideológico. Ellos plantarán semillas en tu patio que, al germinar, darán vida a dobles idénticos, pero vacíos de expresión, de las personas que habitan en tu casa, para luego reemplazarlas mientras duermen.

Al principio, Miles se muestra algo escéptico ante las personas que golpean la puerta de su consultorio para decirle que sus familiares lucen igual que siempre, pero no son los mismos. Atribuye el fenómeno a una histeria colectiva y sigue adelante con su rutina, hasta que una cita con la recién llegada Becky (Dana Wynter) es interrumpida por el llamado de Jack (King Donovan), que acaba de descubrir un cuerpo idéntico al suyo en su jardín.

Miles y Becky comenzarán un largo y nervioso escape de una comunidad raptada por una mente colmena que los acecha con la paciencia de quien se sabe ganador: no importa cuánto corran, cuánto se oculten, es inútil resistirse al cambio, tan ineludible como ir a dormir.

Algo maravilloso sobre esta película es que, como toda gran obra, puede interpretarse de maneras diferentes. Una de las lecturas con mayor fuerza supo encasillarla dentro de la propaganda macartista, comprendiéndola como una fuerte crítica al colectivismo opresivo en contraposición con las libertades que ofrece el capitalismo.

Pero también podemos leerla de manera contraria: en un contexto marcado por la persecución ideológica, la paranoia era moneda corriente entre quienes se negaban a aceptar una forma de vida impuesta a través de la mente colmena. Es posible, entonces, que estemos frente a uno de los ejemplos de anti-anticomunismo más arriesgados de la historia del cine.

Cuando Don Siegel fue consultado años después acerca de estas interpretaciones, dijo que efectivamente había un carácter alegórico detrás de la trama, y que, a su vez, el totalitarismo de McCarthy era un factor ineludible; pero la película no buscaba bajar línea, solo entretener.

Algo es seguro: Invasion of the Body Snatchers es reconocida como una pieza clave del género; una obra que influyó a generaciones sin valerse de grandes efectos especiales, esoterismo ni escenarios noctámbulos para erizarnos la piel. Después de todo, el terror está allá afuera, entre nosotros. Y quizás, en estos tiempos efímeros y vacíos de sentido, el amor se nos presente como el único refugio en el que podamos hacerle frente a lo inevitable.

Bueno, eso es todo por ahora. Espero que veas la película y la disfrutes tanto como yo lo hice. No tengas ningún tapujo en escribirme de la nada para contarme qué te pareció. Lo voy a tomar como un halago.

Si te gustó este newsletter, recomendáselo a tus amigxs para que se suscriban. Nos leeremos el mes próximo con una nueva recomendación. Un fuerte abrazo.