Girando en carruseles: Suave Lomito presenta Sortija

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Gente Insoportable

23 junio, 2025

Por Matías Vázquez

¿Cuándo fue la última vez que te subiste a una calesita?

Salvo en alguna regresión borracha agitada por amigos o en el cumpleañito de un familiar tuyo donde te colaste de cara dura y te quisiste hacer el joven copado, lo más probable es que la última vez que te subiste a esa calesita haya sido cuando todavía eras un nene. Un nene que, sin ser consciente de la terrible despedida, cabalgó su corcel como si fuera el gran héroe del cuento, alzando su pequeño brazo al viento, tratando de agarrar la preciada sortija. En alguna parte de tus adentros, en la habitación al fondo de tu memoria, ese nene sigue ahí atrapado en la eternidad de esa vuelta final en calesita, sin siquiera comprender que algún día la infancia ha de terminar y nadie puede decirle “adiós” sin que sea demasiado tarde. En Sortija, su primer álbum de estudio, Suave Lomito habla con ese niño interior para plasmar en 11 canciones las dificultades de crecer y las nuevas enseñanzas que trae la adultez, mediante un groove funky-popero que oscila entre la melancolía y el humor, seguro de su propio experimento.

Suave Lomito fue creada a finales de 2018 por Franco Amherd “Franni” (voz y teclados), Juan Welti (bajo y voz) y Lautaro Muñoz “Lautti” (batería y voz). Con esta formación inicial, la banda empezó a tocar en vivo en 2019, publicó su primer EP Lomitology en 2020, la BRODA live session en el 2021 y el single Quemémonos en el mismo año. En 2022 Lautti dejó la banda y fue Gabriel Rosignoli “El Tano” quien tomó su lugar como baterista. Las presentaciones en vivo continuaron y en ellas se dejaron ver adelantos de lo que sería su nuevo y último material hasta el momento. Sortija se estrenó el 19 de marzo pasado en todas las plataformas y se presentó en vivo la noche del 26 de abril en el Galpón 11.

Sortija: el loop emocional

Suave Lomito apuesta en esta ocasión por un álbum conceptual, mas no limitado. La “infancia” se presume rápidamente como la temática central del disco. Las imágenes de calesitas, globos y osos de peluche están presentes en el nuevo logo de la banda, en la portada del álbum y en los visualizers con los que están ilustrados cada tema. Pero ojo, no hace falta profundizar demasiado para darse cuenta de que este retrato no viene de un mundo rosa, la inocencia y la cursilería están en contraste con la incertidumbre y el hastío. En este caso es desde la adultez que se aborda esa infancia (perdida ya), y esto acarrea muchos conflictos y dolores. Lo que fue y lo que pudo ser se agarra a las piñas con lo que es ahora. Sortija es una herida abierta sobre la que se juega a las escondidas, a los penales y hasta a boxeo; porque los golpes duelen igual aunque vengan jugando. Su polémica portada muestra a una nenita que sostiene en alto una espada de globo, a punto de “ejecutar” a una señora mayor arrodillada y de manos atadas. En la cara de la niña, una sonrisa vencedora. Es el juego que nos juega la infancia, que no necesita más que una espada de globo para apuñalarnos de nostalgia. Suave Lomito se mueve en estos márgenes con un aire picaresco, le da lugar a la melancolía para responder luego con frenetismo y concluir con reflexión. Al final, sentados en una baranda en la costanera, la banda mira cómo el sol se pone detrás del Río Paraná y con él se pierde otro día en la vida.

“Pop progresivo, corta”

Así se autodefine el grupo en la descripción de su Spotify. Después de escuchar este último disco (y sus trabajos anteriores) puedo reconocer en esa frase jocosa y contundente una realidad: la experimentación está a la orden del día con Suave Lomito. A lo que podría ser un subgénero pretencioso por la inclusión del vapuleado término “progresivo” le suman una muletilla picante, “corta” la bocha. No están hablando de arreglos orquestales, complejidad matemática o temas de duraciones infumables. Están diciendo que hacen la música que les pinta y como se les da la gana, que son flexibles en su sonido. En sus genes se rastrean el jazz, el funk, el soul; todo eso a lo que refiere el término groove está ahí, endulzado con un poco de pop, inyectado con rock y revuelto con rap. A ver qué nombre le pondrían ustedes.

A pesar de tanta mezcolanza, Sortija presenta una producción muy prolija donde los instrumentos se encuentran en armonía con el ambiente que cada canción exige. Cargado de loops, pads de sintetizador y múltiples efectos, el sonido tiene una fuerte identidad digital y está diseñado con minucia. Bajo esta visión, la banda prioriza los arreglos corales por sobre los solos virtuosos, la atmósfera de la canción en su conjunto por sobre el riff que acapara la atención. La batería es el pulso vital que guía a tiempo las canciones, lento y suave para los momentos más balada, y frenética y veloz cuando la energía lo pide. A las hábiles manos del Tano se le suman pequeños samples en los interludios y en Schumacher, donde la batería tiene ese trabajo propio de remixes de música electrónica que toman breaks de jazz y les suben los bpm (los aceleran) generando una percusión rápida y rota. El mágico bajo de Welti se encarga de engrosar el sonido y darle groove, a veces muy acorde a la melodía principal y otras haciéndole de contrapunto, pero siempre en favor del conjunto. Aunque si tengo que decir cuál es el instrumento principal del disco, sin dudas es la voz. Las voces, mejor dicho. La rítmica a veces más y a veces menos rapeada de Franni, con su tono teatral y esa gesticulación que puede oírse en el calor de la grabación, es el caballo que empuja el carro para quien escucha. Pero es en la combinación de distintas capas de voces a lo Jacob Collier donde para mí brilla la piedra preciosa de este álbum. Es un trabajo totalmente detallista, armónicamente planificado por gente que la tiene clara en el tema. Los coros hacen notas pedal, ecos, leitmotivs y otras maravillas a lo largo de las canciones, y tienen un momento aún más especial cuando los estribillos explotan por última vez llevando la energía del tema al  máximo, como en Pitucón, Sangre, y por supuesto el final apocalípitco noise de Necesito Que Cuelgues.

Además, el disco cuenta con varias colaboraciones: Bruno Rita toca su guitarra funky en Coma Diabético, Lautti canta en el conmovedor Pitucón y Sol Andino y Rama Empanada aportan flauta y coro respectivamente en Necesito Que Cuelgues. La producción y el mix del disco son de Martín Valci y el mastering de Nacho Maqueira.

Las letras

Fogonazos de conciencia, pensamientos que se pisan, dudas que se reiteran, frases que oscilan entre la calle y la angustia existencial. La voz que narra está a veces en primera persona, otras en segunda; singular y plural, propia y ajena, se descompone y se multiplica. Las imágenes poéticas de la niñez “Ya sentiste el peso de lo qué es cambiar / no mires por tu hombro, no volvés atrás” de Sentís el peso o “Girando en carruseles, todo tiene un precio” de Sortija tocan una fibra sensible bella que contrasta de manera bizarra con referencias de cultura pop más jodonas como “Me quieren embocar a lo Lebron James, me quieren mandar con Carlitos Gardel” de 1 Par de Manos o “te veo lejos, arranco a pistear / soy Schumacher, me quiero escapar” de Schumacher. Con esa misma intención se mencionan a Fangio, Obi Wan, Moria Casán y la disputa Fantoche vs Guaymallén, con un tono urbano moderno muy gracioso que remite a la chispa de Ca7riel y Paco Amoroso, por ejemplo. Esta mezcla funciona bien, sensibilidad y gracia, se aplaude. Aunque hay una tercera línea que resulta más difusa, casi de relleno. Es la repetición constante de la incertidumbre mediante la muletilla “no sé” y las preguntas ¿quién? ¿dónde? ¿cómo? que, aunque coinciden con el concepto del disco, pierden la referencia en el mar de información y debilitan un poco la lírica en su autonomía. Lo importante es que estas secciones se disfrutan igualmente y hacen a la rítmica de las canciones.

PD: Mención especial al polémico cambio de acentuación “diabetíco” en Coma Diabético. ¿bancan?

Una noche para el recuerdo: la presentación en vivo

La noche del 26 de abril el Galpón 11 abrió sus puertas para la presentación inaugural de Sortija. Sin banda soporte ni DJ que acompañe la velada, el foco de atención fue todo de Suave Lomito. Quien estuvo ahí fue buscando puntualmente eso, escucharlos a ellos, ver en cuál andaba la banda y qué onda con el vivo de este nuevo material. Si alguno fue desconociendo el grupo, por curiosidad o invitación, estoy seguro de que se llevó una grata sorpresa. La banda completa en esta ocasión contó con siete integrantes en escenario, sumándose al trío inicial Fede Tierra en guitarra, Mati Suleimen (Matienelinstante) en teclado y voz, y Juana Maidagan y Tobías Pavan en coros. Además, desde abajo del escenario estuvieron Fermín Sagarduy disparando las pistas y gestionando el live set y Julián Ezequiel Peña productor y operador de las visuales.

El recital empezó con una intro de tambores misteriosos. Welti fue el primero en entrar al escenario y en vez de hacerlo con su instrumento, lo hizo con las manos atadas. Se arrodilló en el centro mientras el resto de los músicos se acomodaban y llegó Franni empuñando una espada de globo. La música se intensificó con sintetizadores turbios y ruidosos que generaron tensión mientras todos veíamos la portada del disco replicarse. En vez de ser una nena ejecutando a una señora, fue Franni quien tomó la dura decisión y ejecutó a Welti frente a todos. Dejar el pasado atrás, aunque duela, es parte del mensaje del disco; y la banda lo vivió en sus adentros. Después de esa breve perfo, la energía se disparó al cielo y presenciamos un recital donde se tocaron todas las canciones del disco, más otras anteriores, en sus mejores versiones. La banda ampliada le dio un power importante al asunto. Si algunos instrumentos aparecían contenidos en el álbum, acá te cacheteaban con su sonido arrollador. “Subile la distor” suelo pensar ante b(l)andas que me dejan con las ganas, este no fue el caso, los solos de Fede a puro wah-wah y bien rockeros me cebaron mil. De la misma forma resalto la diferencia de sonido de la batería, mucho más analógica y dura, y la voz de Franni que, aún prescindiendo del autotune y efectos del disco, se mostró con una fuerza y afinación impresionantes, culminando junto al show en un grito desaforado propio del mejor metal. Y si los coros eran la piedra preciosa del disco, la participación de Juana y Tobías en el vivo fue joyería de lujo, brillando a la altura de las circunstancias. También contaron con algunas sorpresas como la participación de Ani Bookxs para hacer el interludio Gurises y el aclamado canto de Lautti en Pitucón.

“Adiós, vaquero”

Hasta ahora me hice el boludo y apenas aludí al elefante blanco en la habitación. Hablar de quiénes forman Suave Lomito entre la presentación del disco y el presente tiene una trampa. Aunque algunos cercanos y conocidos de la banda sabían de antemano el cambio que se venía, no se había hecho ningún comunicado público hasta un par de temas antes del final, fue en ese momento del show en donde lo afrontaron: Juan Welti, bajista y fundador del proyecto, se despedía esa noche de éste, siendo su último show. Todos los músicos dejaron sus instrumentos y se dieron vuelta para ver proyectado en la pantalla un video al más puro estilo de egresados o quinceañeras, pero hecho entero en homenaje a su amigo y compañero. En éste se mostraron fotos viejas suyas y con la banda, además de videos de gente hablando con cariño de él. Todo esto con Viva la vida de Coldplay como soundtrack estereotipado de la nostalgia. Además, hacia el final, todas esas personas que participaron rememorando sus andanzas con Welti, también reclamaron que el loco les debe quince mil pesos a cada uno. Hasta un último chiste se permitieron. Welti, emocionado, dio unas palabras improvisadas frente al público que escuchaba atento “Fueron 7 años junto a Suave Lomito, me cambió la vidadijo, y agradeció a todos por su cariño. Momento emocional digno de mi admiración. Contrario a quienes priorizan por completo lo musical y prefieren no hablar ni hacer pausas en sus recitales por miedo a aburrir a algún espectador, Suave Lomito frenó la tocata, nos clavó un video y se tomó un rato para celebrar y despedir a su miembro amigo. El público, por supuesto, respondió alabando y aplaudiendo al míster.

Me pareció que así debía terminar esta nota, con la despedida. Todo lo acontecido da cuenta del final de un ciclo y el inicio de otro nuevo para Suave Lomito. Quién tomará el lugar del bajo es una incógnita todavía. Lo que sí sabemos es que la banda, lejos de tambalear, abraza el cambio y se lanza al futuro cargando con un precioso disco que pide ser tocado en vivo mucho más. “Hay otra forma de arrancar de nuevo y empezar a ver hacia qué corremos, adónde va”. En el carrusel de su propio arte, Suave Lomito toma la sortija y se dispone a seguir girando.